El campo debe responder a cambios de las condiciones climáticas y las cada vez más altas demandas de producción de alimentos. Aunado a esto se presenta el problema de la falta de jóvenes interesados en la agricultura.
Por otro lado, las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) desempeñan un papel importante en el sector ya que están dando solución a las necesidades de los agricultores. Este cambio está activando el campo y abriendo la puerta a una nueva generación.
Los drones son una de las innovaciones que más llaman la atención. Estos aviones no tripulados que se manejan a control remoto tienen un alto potencial como herramienta para los productores ya que ayudan a la planificación basada en la evidencia y en la recopilación de datos. Tal información se utiliza después para tomar decisiones.
Arroceras de Japón
Los agricultores de arroz japoneses encontraron en esta tecnología una alternativa para la falta de mano de obra. Con una población de productores que envejece y que ya no puede realizar tareas complicadas que requieran mucho esfuerzo físico, esta región tiene la oportunidad de no dejar morir una tradición de producción milenaria.
Por otro lado, Shota Chiba, un agricultor de 29 años de la ciudad de Tome en Miyagi, cree que la tecnología puede modernizar la agricultura y atraer a los jóvenes de vuelta a esta actividad.
Además, de acuerdo con estimaciones del grupo financiero Goldman Sachs el sector agrícola será el segundo mayor usuario de drones en el mundo en los próxima cinco años. Lo que abre las posibilidades para demandar nuevas posiciones en la industria agrícola.
Emprendedores desde las aulas mexicanas
En México, emprendedores de diferentes universidades han desarrollado drones con la capacidad de optimizar sistemas de riego, diseñar mapas de suelo y ofrecer imágenes detalladas para el manejo de plagas.
Por ejemplo, en el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), los investigadores hacen un seguimiento con drones de cultivos experimentales de importancia económica. Estos vehículos transportan sensores que recaban información para generar índices de vegetación con los cuales desarrollan nuevos esquemas para regar.
Por su parte, especialistas del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) elaboran mapas de suelo de los viñedos y olivos del Valle de Guadalupe. Las evaluaciones fisiológicas que realizan son de gran valor porque en esta zona de Baja California se concentra 87% de las empresas vitivinícolas mexicanas.
Sin embargo, este tipo de herramientas únicamente registra los datos. Es labor de las nuevas generaciones de agricultores, analizar y procesar esta información para dar un paso a cambios con consecuencia positivas para el desarrollo de la agricultura.
Fuente: FAO