Edafología, conoce el suelo donde cultivas para mejorar tus cosechas

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), 95% de los alimentos que consumimos proviene directa o indirectamente del suelo. Por eso es importante conocer el suelo donde cultivas y sus necesidades para mejorar las cosechas con ayuda de la edafología, la ciencia que estudia la naturaleza como hábitat de las plantas.

Los suelos son la base de la agricultura porque ahí crecen los alimentos. Con excepción de las técnicas hidropónicas, todas las técnicas agrícolas requieren de una tierra fértil y bien cuidada que ofrezca los nutrientes necesarios para los cultivos. Con esto se producen cultivos sanos, de mayor calidad e incluso mayores producciones.

Además, la tierra de cultivo proporciona el agua, el oxígeno para las raíces y cumple la función de amortiguador ante la temperatura del exterior para que el cultivo pueda desarrollarse.

¿Por qué es importante que sea sano?

Como parte de un ecosistema, el suelo es un complejo vivo y dinámico que se compone de elementos microscópicos que sirve para descomponer la materia. También está formado por minerales, insectos, materia orgánica y otras plantas ajenas al cultivo que se va a desarrollar.

En general, todos estos elementos deben vivir en equilibrio para que se mantenga saludable. La composición de la materia orgánica es lo más importante para su salud ya que esto afecta su estructura y porosidad, pero si hay un problema puede traer efectos negativos como el desarrollo de plagas, malezas, una mala retención de nutrientes, minerales, agua o humedad.

Todo este intercambio es indispensable para la fertilidad y la producción sostenible de los alimentos. Si se explota la tierra sin tener en cuenta sus necesidades, sin restablecer su materia orgánica o sin revisar su composición y armonía, el agroecosistema colapsa. 

Un vínculo decisivo

El mantenimiento de los niveles de materia orgánica junto con la optimización del ciclo de nutrientes son esenciales para la productividad sostenida de los sistemas agrícolas. Ambos están relacionados con las actividades para la reelaboración de suelos y sedimentos llevados a cabo por macrofauna y el control microbiano.

Como las prácticas agrícolas pueden marcar cambios en los índices de renovación de la materia, es importante analizar sus impactos para mantener el equilibrio entre las tasas de adicción y descomposición.

¿Qué podemos hacer?

La producción agrícola intensiva provoca agotamiento de la tierra, por eso su buen mantenimiento supone actuar en pro de la seguridad alimentaria sostenible. Dentro de las prácticas para lograrlo están:

  • Agroecología

  • Agricultura de conservación

  • Cultivos orgánicos

  • Cultivo sin labranza

  • Agroforestería

  • Rotación de cultivos

Sin embargo, si a estas prácticas no se suma la conciencia de dejar ‘descansar’ a la tierra entre uno y otro período útil, el impacto negativo de las intervenciones humanas no permitirá alcanzar una agricultura productiva.  


FUENTE: FAO

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