
Los pulverizadores y atomizadores para tractor son herramientas agrícolas que se usan para esparcir compuestos agroquímicos como fertilizantes, herbicidas y plaguicidas. Su función principal radica en la aplicación de estos productos fitosanitarios con el objetivo de mantener libre de plagas, enfermedades y malas hierbas a los cultivos.
El pulverizador hidráulico es el más utilizado porque puede aplicar herbicidas, fungicidas e insecticidas en diferentes tipos de cultivo, incluyendo cereales. Pulveriza el líquido dentro de sus tuberías que sale bajo presión o gota a gota por boquillas del equipo, y lo rocía hacia abajo cubriendo grandes cantidades del cultivo.
Los equipos pulverizadores más comunes son los usados en cultivos extensivos, praderas y en cultivos bajos en hilera. Se montan en tres puntos sobre el tractor para almacenar entre 500 y 2,200 litros del producto a aplicar.
Cuando a una de estas maquinarias ––también conocidas como ‘de barra’–– se le asocia a un ventilador, produce una corriente de aire de gran caudal y se consigue un efecto de atomizador. Aquí las gotas son de menor diámetro pero se arraigan mejor a las hojas, por eso se utilizan con mayor frecuencia en los cultivos arbóreos.
Las ventajas de la tecnología
Estas máquinas son importante en la aplicación de productos fitosanitarios porque lo hacen de forma uniforme y homogénea en las dosis en las que se calibra. Son de gran utilidad para el control sanitario de los cultivos porque los productos químicos que se utilizan se fragmentan y diluyen en el agua de forma automática.
Sus grandes ventajas son la posibilidad de ser utilizadas para diferentes cultivos, amplias extensiones, además que reducen los tiempos de aplicación. Al mismo tiempo, logran una máxima eficacia en el menor tiempo posible, evitando que las plagas produzcan un efecto irreversible. Todo esto, sin dañar al ambiente o a los empleados del campo.
Es importante elegir la máquina adecuada, revisar que esté en buenas condiciones y que esté calibrada y regulada correctamente, ya que de otra forma, el tratamiento no será eficaz. También debe conocerse el tamaño de las gotas porque de esto dependen sus cualidades y su funcionamiento, como lo indica el siguiente cuadro:
Fuente: Tecnología de aplicación de fitosanitarios
El otro lado de la moneda
Es necesario mantener limpia la maquinaria para la conservación del equipo. Inmediatamente después de la utilización debe revisarse para evitar que se formen residuos difíciles de eliminar que puedan dañarla. Además, se recomienda realizar una limpieza antes de comenzar.
Estos son costos extra que el agricultor debe considerar, dependiendo del producto que quiera aplicar. Según las recomendaciones, debe usarse amoniaco, ácido acético, detergentes y hasta 100 litros de agua para eliminar todos los restos del producto anterior y evitar riesgos.
Por otro lado, tener equipos mal atendidos tiene consecuencias sobre la calidad de la aplicación y sobre el riesgo que pueda sufrir el operador e incluso el consumidor. Por eso, deben hacerse controles continuos de sus componentes: barras de aplicación, válvulas, bombas, tuberías, filtros, boquillas y sus otros elementos. A pesar de esto, el atomizador tiene dificultades para mantener la dosis constante si se producen variaciones en el volumen del líquido.
Esto, sin olvidar que para que la aplicación funcione efectivamente debe hacerse en el momento oportuno, es decir, cuando las infestaciones comienzan. Dependiendo del nivel de infección, el agricultor debe calcular su distribución con una relación entre la velocidad del tractor, la presión y el volumen de aplicación. Un mal cálculo puede llevar a la pérdida parcial o total de la cosecha.